miércoles, 3 de diciembre de 2008

Altruismo e impostura

Altruismo e impostura

César Ricardo Luque Santana

El altruismo significa interés por el bien ajeno aún a costa del propio. Esta definición resulta relevante a propósito de la nueva edición del Teletón, en la idea de indagar qué tanto los promotores de esta iniciativa cumplen con este precepto, o mejor dicho, qué tan auténticos son con el significado original de este término.

Es sabido que en este evento del Teletón, quienes más dinero suelen aportar al mismo son los ciudadanos comunes y no las grandes empresas cuya contribución dista mucho de ser lo generosa y desinteresada que nos quieren hacer creer.

Veamos el asunto con detenimiento, pero antes es importante aclarar que no se critica el objetivo y el resultado por sí mismo, que sin duda alguna ayuda de manera significativa a muchas familias que tienen hijos con alguna discapacidad a paliarla. Es decir, la necesidad de contar con este tipo de centros o instituciones es altamente benéfica, y por tanto la iniciativa para realizar el proyecto es también meritoria de suyo. Lo que se cuestiona son dos cosas: uno, la doble moral de quienes se suponen debería de hacer válido el principio bíblico de que no sepa la mano izquierda lo que hace la derecha, es decir, que no lucraran con la desgracia ajena; y dos, la tendencia neoliberal de hacer de la caridad un sucedáneo de la asistencia pública.

En el primer caso sucede algo parecido a los impuestos, pues los que más los evaden son los grandes capitalistas, y porcentualmente hablando, la mayor parte de los ingresos del Estado vía impuestos son de las personas físicas, de los asalariados que son contribuyentes cautivos, de los pequeños comerciantes y profesionistas liberales, además de los consumidores que pagan IVA, sin olvidar lo que aportan las empresas del Estado como PEMEX, CFE y también las remesas de los inmigrantes mexicanos en EUA. Los grandes empresarios tienen contadores capaces de hacer malabares contables para ocultar o deformar información, crean empresas fantasmas y recurren a una serie de trucos que desde luego cuentan con la complicidad de las autoridades hacendarias para evadir lo más que pueden el pago de impuestos (y algunos otros como los que realizan negocios a través de la bolsa de valores, de plano están exentos), pero la manera más redituable para ellos en términos de imagen es el altruismo o la filantropía.

Como es sabido, en los famosos redondeos de los grandes centro comerciales, los consumidores aportan millones de pesos que las empresas en cuestión donan para la asistencia pública como si fueran aportaciones propias, deduciendo impuestos de ello, pues no donan a nombre de los consumidores sino a nombre propio, cuando ellos sólo administran ese recurso. Pero además de deducir impuestos con dinero ajeno, se hacen propaganda como empresas con sentido social que ayudan a los más desvalidos, logrando no sólo una publicidad gratuita sino un prestigio y credibilidad inmerecidos.

Con el Teletón sucede un esquema parecido, pues son las grandes empresas y Televisa en particular, quienes capitalizan para sí el esfuerzo de millones de mexicanos que realmente si actúan desinteresadamente en la mayoría de los casos, porque muchos de los que cooperan con algunas monedas son gente que realmente están muy necesitadas y para los cuales desprenderse de 10 pesos por ejemplo, puede ser un verdadero sacrificio. Ciertamente, esta contribución se diluye en el anonimato, lo cual en sí no es malo, pues no se podría dar el crédito a cada persona en lo individual, pero es obvio que las marcas comerciales si obtiene créditos que la más de las veces no merecen porque como se dijo, se apropian de lo que dan otros para evadir impuestos y hacerse propaganda gratis, sino también porque presionan a sus propios empleados y trabajadores para que “cooperen” con la causa, descontándoles de su menguado salario un porcentaje determinado.

El otro punto no menos cuestionable es avalar mediante este tipo de campañas la política del Estado neoliberal de abdicar de sus obligaciones con los grupos sociales más vulnerables, sustituyendo la asistencia social pública por la caridad, el altruismo o la filantropía; que en el mejor de los casos debería ser un complemento de los programas sociales y no un parche de los mismos, pues de todos modos le siguen cargando al ciudadano común la factura de lo que se supone debería ser sufragado con los impuestos, además de beneficiarse como ya se dijo con la generosidad de los mexicanos evadiendo impuestos y haciéndose publicidad gratuita.

Hetairos


HETAIROS

César Ricardo Luque Santana

A continuación expondré de manera breve las razones por las cuales decidí llamarle a mi blog HETAIROS, explicando de dónde procede esa palabra y qué sentido genuino tiene.

Hetairos es una palabra de origen griego que significa socios. La utiliza Sócrates en la Apología cuando sus acusadores le echan en cara que algunos de sus discípulos como Critias y Alcibíades fueron antiatenienses, a lo que él respondió que no nunca ha tenido mathetes = discípulos o aprendices, sino hetairos = socios o compañeros de aprendizaje. En este caso, hetairos en el sentido de philoi = amigos. Con ello quería decir que tenía amigos que compartían con él la búsqueda de la verdad, si bien es cierto que –añade-, se le acercaba mucha gente, principalmente jóvenes para oír sus disertaciones y disputas, y él mismo disertaba con cualquier persona sin importar su condición social. La palabra hetaira en cambio, significa cortesana o dama de compañía y seguramente vienen de la misma familia de palabras, aunque su significado se ha transformado en forma despectiva.


Ahondando un poco más en el contexto histórico en el que se emplea la palabra hetairos, Sócrates en su autodefensa, afirma que él no es maestro de nadie y que por lo tanto no tiene discípulos, pues su programa filosófico consiste en que “sabe que no sabe nada” y por consecuencia, no tiene nada que enseñar a los demás.


En otra obra de Platón, en El Banquete, esa misma respuesta es la que Sócrates le da a Alcibíades, quien cuenta una serie de hazañas de Sócrates, entre ellas, narra una en donde estando solos en casa de Alcibíades, éste se insinuó con Sócrates para tener relaciones sexuales físicas con él, a lo que Sócrates se negó aduciendo que no tenía nada con que corresponderle, pues con lo que podría pagarle es con conocimiento, pero él sólo sabe que no sabe. Por cierto, este es el verdadero sentido del amor platónico, un amor ideal o puro, no por que sea secreto o imposible como lo interpreta mucha gente, sino porque debe evitar el contacto físico para mantener su pureza. En Platón, las ideas son inmutables y anteriores a las cosas materiales. Las manifestaciones de amor entre personas o de cualquier otro tipo, proceden de una idea de amor que como tal es pura e inmutable. El eros o amor, es el deseo por algo que no se tiene y que se juzga valioso, pues nadie desea tener lo que ya tiene, de ahí que la filosofía sea amor al saber, pues para el filósofo, el saber o la verdad, no es algo dado sino algo que se tiene que buscar incesantemente, por ello Sócrates enarbola un programa filosófico con su famosa frase de “yo sólo sé que no sé nada”.


Con base en este concepto y en la vida ejemplar de un filósofo emblemático como Sócrates, cuyo apego a la búsqueda de la verdad lo llevó a padecer la pobreza y una muerte injusta por sus conciudadanos, se pretende resaltar el ideal educativo de formar hombres y mujeres libres e independientes, capaces de ser leales a la verdad y de asumir sus consecuencias ante cualquier persona, demostrando se congruentes entre su forma de pensar, decir y actuar, sin caer en lisonjas ante personajes mediocres pero poderosos, o callando ante las injusticias. Este es el sentido auténtico del filosofar, el que desarrolla un pensamiento crítico el cual consiste por un lado en juzgar con base en el conocimiento como decía Kant, y por otro lado, en mostrar una capacidad de indignación y denuncia ante las mentiras e injusticias como decía Marx.


De este modo, creo que en la escuela y en la vida, todos aprendemos de todos como decía Paulo Freire, pero cada uno piensa por sí mismo. Por ello, en una comunidad de aprendizaje, no hacen falta los maestros ni son necesarios los discípulos, pues por maestros tenemos ya a los grandes maestros de la vida, como llamaba Wilhem Dilthey a los grandes pensadores de la humanidad. En mi caso, repito lo que solía decir el entrañable José Gaos –guardando las debidas proporciones con su figura- “yo no soy filósofo sino profesor de filosofía”, aunque desde luego, la filosofía no se reduce a su ámbito académico, ni a una forma de pensar peculiar, sino que es ante todo, un estilo de vida.


Lo que este blog quiere lograr por tanto es: cultivar una relación horizontal con los demás basado en la razón, rechazando el deseo de dominar y ser dominado, de tratar a los demás como menores de edad o ser tratado de ese modo, defendiendo con firmeza los puntos de vista que uno considera correctos y éticos, estando abierto a ser persuadido con base en esos mismos criterios, interactuando ambos como seres libres.