miércoles, 28 de marzo de 2012

Ricardo Luque - Languidece el río Mololoa


Languidece el río Mololoa

César Ricardo Luque Santana

Tepic es una de las pocas ciudades en México que cuenta con un río que atraviesa la ciudad, sin embargo, permanece lastimosamente olvidado a pesar de que en el discurso oficial de candidatos a alcaldes y gobernadores por varias generaciones, su rescate ha constituido una promesa recurrente al pueblo, misma que no han cumplido cabalmente cuando están en el poder.

Cuando yo era niño, su pestilencia era tal que le decíamos el río “Nilo”, es decir, “ni lo huelas”. Después de 40 ó 50 años, continúa siendo un vertedero de aguas residuales y esporádicamente de basura. El lirio acuático y montículos con espesa vegetación han invadido asimismo su cauce obstruyendo el flujo del escaso y turbio líquido que aún corre por él, estrechándose en algunos puntos. El volumen mismo del agua apenas alcanza unos centímetros y está además muy contaminada por las descargas que corren a lo largo del río en ambos costados.

La parte más expuesta a la vista y que nos muestra las deplorables condiciones del río Mololoa son las que están en sus medianías, tomando como punto de referencia de la colonia Mololoa hacia ambos extremos. Las aguas que manan de su fuente original en Trigomil se mezclan en su curso con las mencionadas descargas de las áreas de población urbana, contaminándose irremediablemente.

Sin embargo, a pesar de la contaminación producida por las descargas de aguas residuales; del lirio acuático que durante décadas ha estado enraizado en él; de los montículos que se han formado con una tupida vegetación (mismos que seguramente se crearon por los restos de arena y grava que se han arrojado al río durante la realización de algunas obras, y que con las lluvias que incrementan su caudal, su flujo se vuelve más fuerte arrastrando y acumulando dicho material); de la basura que algunos desadaptados tiran en él (como por ejemplo llantas de carro,) y de otras acciones humanas que a lo largo del tiempo han modificado su curso y anchura, aún se puede ver una buena variedad de fauna, principalmente de aves: patos, garzas, gaviotas, palomas, zanates, golondrinas y pájaros comunes. Los peces sólo pueden verse en sus partes más hondas y también aisladamente algunas tortugas.

El sexenio pasado se hizo un remozamiento de sus márgenes en un tramo que va del puente del Río Mololoa hacia el oriente de la ciudad más o menos hacia la Avenida Victoria, y anteriormente, la parte que bordea el Bulevar Colosio que incluso cuenta con un carril para bicicletas (el único de la ciudad). Empero, el cauce de agua no ha recibido un arreglo integral y a fondo que permita sanear sus aguas liberándolas de la contaminación, dándole mayor nivel de profundidad, recuperando su cauce de los obstáculos actuales como el lirio acuático y los montículos de vegetación e incluso haciendo una reforestación en sus márgenes para que la vida animal en sus distintas especies vuelva a prosperar, para la gente de Tepic tenga una alternativa más de esparcimiento y sea al mismo tiempo un lugar atractivo para ser visitado por los turistas, pero sobre todo, para recuperar un símbolo emblemático de nuestra ciudad capital. Es necesario para ello entubar las salidas de agua residual y en tramos más alejados de las áreas de población, poner la infraestructura necesaria para su tratamiento de manera que cuando se vuelva a mezclar con las aguas originales, no se contamine en su trayectoria hasta su desembocadura, de tal suerte que no dañe su entorno ecológico, sino que por el contrario, contribuya a su mejoramiento. Asimismo, es necesario hacer otras obras complementarias que permitan su recuperación total en términos de higiene y belleza como limpiar su cauce del lirio y quitar los montículos que obstruyen su flujo, de manera que eventualmente se pueda navegar en él como se hacía en otras épocas. Entonces sí, su paseo en el malecón y en sus aguas convocará a la gente a acudir al río Mololoa a disfrutarlo, a cuidarlo y a sentirse orgulloso de él.

En la historia de Tepic, el río Mololoa desde antes de la llegada de los españoles a estas tierras, permitió los primeros asentamientos humanos de la población originaria, misma que hubo de remontarse luego a las montañas de la Sierra Madre Occidental para resistir a los conquistadores. Posteriormente, durante la colonia y principalmente en el siglo XIX, facilitó la industrialización de Tepic con fábricas textiles como Jauja y Bellavista, pues la fuerza de su corriente permitió generar la energía eléctrica necesaria para el funcionamiento de las mismas (todavía se puede apreciar dicha fuerza en los canales que hicieron en las Fábricas Textiles de Bellavista y La Escondida e incluso en Jauja). Ya en el siglo XX, cuando la ciudad de Tepic llegaba hasta la colonia Mololoa allende el puente del mismo nombre, era un paseo familiar en el parque que ahí se encuentra, mismo que con el abandono que se empezó a dar desde mediados de los 60, se convirtió en un momento dado en refugio de alcohólicos en condición de calle. Hoy en día, esta plaza es un espacio de una gran concentración popular por el intenso comercio que existe en sus alrededores y su cercanía a la plaza principal, además de las diversas terminales de transporte público con destino a las localidades rurales del interior del municipio de Tepic y otros municipios aledaños.

Recuerdo con agrado los barrios de la colonia Mololoa y de las colonias adyacentes a la misma durante los 70 y 80 gracias a que tuve algunas amistades por esos rumbos durante mi juventud. También recuerdo su poderoso equipo de futbol de la primera división amateur y los grandes partidos que había en su cancha contra equipos como Comercio, Batemeta, Alameda y otros. Aún transito con mucha frecuencia por esos rumbos y me sigue agradando ver los barrios viejos donde hay muchas casas que conservan sus fachadas originales y a sus vecinos por las noches sentados frente a las puertas de sus casas platicando amenamente entre sí. Cerca de ahí, por la Avenida Victoria, frente a la Preparatoria 13, el puente del camino viejo a Puga cuyas aguas permanecen estancadas con su superficie cubierta de lama, también merece ser rescatada pues es uno de los pocos pedazos del Tepic del siglo XIX que todavía subsisten. Su permanencia, a pesar del crecimiento de la mancha urbana, es un vestigio histórico que en sí mismo constituye un monumento que forma parte de nuestra identidad como tepicenses.

Escribo estas líneas como una forma de rendir tributo a esos fragmentos de la historia de mi localidad que quizá mi hija cuando crezca o su eventual descendencia, no verán, pero también como un reconocimiento a nuestros historiadores locales como Pedro López, Pedro Luna, Pedro Castillo, Enrique de Aguinaga y otros científicos sociales que a través de sus investigaciones han preservado y enaltecido nuestra memoria histórica, y en particular a mi amigo Bernardo Macías, “El Venado”, quien todos los días a través de las redes sociales nos regala estampas gráficas de nuestra ciudad y nuestro estado adosadas de finos, breves y certeros comentarios que salen de su elegante pluma, de su amplio conocimiento histórico y de su amor por el terruño.